dijous, 29 de juny del 2017

Optimismo

Soy una persona optimista, sé que la vida es complicada en Catalunya, en España y ahora, por lo que se ve también en Europa y en EE.UU, y que probablemente todo vaya a peor, y que después de acabar la carrera empezaré un guerra a codazo limpio para conseguir un trabajo, que lo ocupará un enchufado, y que tendré que seguir estudiando para sacarme un máster; porque "hoy en día, no vas a ningún lado con sólo una carrera", según las voces de la experiencia. Seguramente, después del máster, me incorporaré al ring de nuevo para seguir peleando por algún puesto de trabajo que más o menos tenga algo que ver con lo que he hecho a lo largo de mis estudios superiores, y que no pueda pagar la hipoteca, que el banco me quite la casa, que me arruine, que acabe vivendo debajo de un puente, que encuentre algunos cartones calentitos, que la necesidad me empuje a robar, que el crimen me lleve a la cárcel, que la cárcel me lleve a la droga, que la droga me lleve a la sobredosis, y que la sobredosis me lleve a la muerte, pero, vamos, que soy una persona optimista.
Y es que ¿para qué ser negativo? Bastante negatividad tiene ya la vida. La gente me dice: "Pero si tú no eres optimista, eres un pesimista". Y yo les respondo mientras bailo twerk: "Acaso haría esto un pesimista". No, no lo haría un pesimista, lo haría un idiota. Y es que ha que saber distinguir los optimistas de los idiotas. Los optimistas son aquellos que piensan que van a encontrar un sitio para aparcar en pleno centro de Barcelona, y los idiotas son aquellos que, además de pensarlo, van.

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